Es muy raro, no puedo dejar de pensar al
pasar cada página los ritmos que nos hace manejar el autor con su excesivo uso
de las comas (“,”) y su falta de puntuaciones fuertes. Es como si fuera todo un
suceso continuo, un instante eterno en donde la persona no puede actuar, sino
que meramente suceden los hechos sin que nadie pida permiso para irrumpir.
Desde el minuto uno que se da una secuencia que simplemente se reduce a eso: un
conglomerado de sucesos que tienen un hilo conductor cronológico, pero en donde
casi no hay lugar para el pensamiento.
Muy pocas veces nos deja respirar. Muy pocas
veces nos habla de sentimientos. Muy pocas veces hay lugar para lo abstracto.
Sin embargo... ¡Qué profundas resultan esas veces! Me impresiona. De golpe se
nos presenta una frase que ilumina aquello que está siendo vivido. Se nos
presenta a lo largo del texto, en medio de tanta confusión, junto a tanta
ceguera; es una frase que sintetiza, y que a la vez introduce. Nos introduce en un
mundo que luego no será profundizado por el autor, sino que más bien pareciera ser dejado para el propio desarrollo de cada lector. Nos muestra una punta del inmenso iceberg; nos tira
un centro; nos hace un guiño. Nos habla de par a par. Es como si de golpe la
historia nos hablara, sabiendo que hay alguien leyendo del otro lado. Y uno
puede escuchar o no. Uno lo va a leer, pero quizás no se detenga en esa
frase... Hay que hacer un momento de intervalo para poder captar la riqueza de
cada frase en la que se ilumina tanta ceguera. Y sin embargo muchas veces
Saramago no nos da espacio para hacer esto.
Un momento de intervalo, es un momento en el
que nos separamos de los sucesos, de la mera realización de acciones, y
dedicamos un momento a la reflexión. Es el esbozo de un pensamiento en el medio
de acciones. El intervalo es un momento necesario de deliberación, para que
luego podamos actuar en consecuencia de aquello que pensamos. Es en el
intervalo en donde más nos humanizamos, en donde salimos del mecanicismo al que
estamos acostumbrados para entrar en el mundo al que estamos llamados. Nos
diferenciamos de los animales, y nos hacemos más hombres.
Esto es lo que se pierde un poco en el libro,
la capacidad de razonar del ser humano... y con ello se pierde al hombre mismo.
"Ante la muerte, lo que se espera de la naturaleza es que los rencores pierdan su fuerza y su veneno, cierto es que odio viejo no cansa, y de eso no faltan pruebas en la literatura y en la vida" (Op. Cit. Pág.88)
"Es en las adversidades, tanto las probadas como las previsibles, se conocen los amigos" (Op. Cit. Pág.111)
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